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Primos Guerrero

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En esta imagen aparecemos un grupo de primos de la familia Guerrero, supongo que se acuerdan de la mayoría. Nora, José Alvaro, Roberto, Eduardo, Myrna, Sergio Guerrero que vino de Michoacán y pasó su cumpleaños con nosotros (gracias por la foto), Edelmira, Doña Viola y Eva, todos ellos de pie.
Abajo Ramón, Laura y Pety, las hijas más chicas de Isidoro (sí esa soy yo, la de vestidito rosa con tirantes blancos) y Lolita, la niña de Menchi Vázquez a quien cuidábamos en la casa.

Un paisaje que evoca recuerdos

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En su última visita a Sonora, Maribel Gutiérrez Guerrero no perdió la oportunidad de regresar al sitio donde creció siendo niña.
Vio con asombro los cambios generados, sobre todo con el nuevo mirador de la presa, acerca de esto nos dijo que para ella significa que “es un gran testimonio de que es un lugar muy especial y para mí hasta espiritual. Me parece que muchas personas vienen aquí a reflexionar, quizás a reencontrarse con ellos mismos, a meditar y a sanar algún tipo de problema emocional.
“Ese día fuimos primero a Agua caliente y de ahí nos pasamos a la presa, fue un viaje relámpago, sin embargo me impactó más estar ahí que en San Carlos, por ejemplo. Parece ser que cuando tienes algo todos los días no lo ves. Tiene sus beneficios estar lejos pues hay más marco de comparación, ir de la nieve (todo blanco) y presenciar ese atardecer, ver la presa con tanta agua y ese Cristo haciendo guardia y todo verde, fue un gran cuadro curativo y me remontó a mi niñez, a volver a re-conectarme con el paisaje de mi infancia”, dijo vía internet.
Maribel se fue a los 18 años a estudiar a Guadalajara la carrera de Psicología, después de algunos años de residir ahí partió a California y el destino la llevó por último a Anchorage, Alaska, donde vive desde hace 12 años. Actualmente tiene dos hijos Robert y Kendra y su esposo se llama David Alexander.
Revela que ahora es que siente más emoción de regresar a este sitio pues de joven tenía muchos estímulos afuera, el descubrimiento del mundo.
“Ahora que estoy en otra etapa de mi vida sentí diferente, especialmente al ver ese atardecer maravilloso, que desafortunadamente no pude retratar, y la presa llena de agua”, expresó. “El día que fui al mirador estaba un cantante de ópera cantando ‘Granada’ y otras canciones bellísimas con una voz impresionante pues ya se imaginarán, me llegó muchísimo, el atardecer estaba a espaldas del artista y aunque no era fin de semana el evento estaba bastante concurrido.
“Inclusive estaba un grupo musical en su camión tomándose fotos para un disco que están por sacar, no recuerdo el nombre del grupo, pero se retrataron en varios puntos de la presa”, mencionó.
Y por otro lado estar en las callecitas empedradas del Oviáchic nuevamente fue para ella, según dijo, una evocación de recuerdos, 13 años de su vida se quedaron ahí, muchos de ellos jugando a las escondidas, los encantados, Doña Blanca y a los colores.
Y ya en sus tiempos mozos en el campamento Mary se entusiasmó con Benjamín Acosta y revela que cuando viajaba de Obregón al Oviáchic siempre sentía emoción pues él estaba ahí. Pero como su vida en este lugar acabó todo se queda en bonitas añoranzas.

Ellos son...

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Manuel Félix (Chichi) nos hizo llegar esta foto para que lo recordemos, en ella aparece junto con su compañero de trabajo Gerardo Contreras, ambos son parte de esta bonita familia del Oviáchic, un saludo para ellos y esperaremos pronto sus recuerdos y anécdotas también, para poder compartirlas con ustedes. Queremos imágenes de toooooodosssssss.

¿Quién me dice quiénes son?

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A ver si se recuerdan entre sí, aquí les presento a este grupo de apuestos caballeros en sus años de darse a desear, ¿ya los identificaron?.
Gracias primo Sergio por esta invaluable aportación.

Paseo en el Sifón

Compartido por José Alvaro Gutiérrez (Chito)
Fue un fin de semana trágico, por ser apenas unos jovencitos; el percance era grave e implicaba una regañada o quien sabe hasta dónde podía llegar la reacción de mi padre, por que al final de cuentas a fuerzas tenía que enterarse.
Me había prestado el viejo Datsun 1972 tipo pick up, yo como la mayoría de los jóvenes, se lo había pedido para ir a trabajar a las tierras, para hacer las labores de regar la alfalfa y darle comida a las vacas, pero para poder combinar el trabajo y la diversión pues le pedí ayuda a la pandilla (Roberto Guerrero, Ramón Guerrero, Ariel Martínez, Alfredo Contreras y no recuerdo bien si Roberto Acosta (el “Pitiquito”).
Al fin, lo hicimos rápido, ahora sí ¿a dónde vamos? La pregunta para ver quién tenía la mejor idea ¿al Río?, ¿al canal?, ¿a Buenavista?, ¿a Hornos?, se incrementaban las opciones pues traíamos carro, pero como hacía calor ganó la de ir a bañarnos, en eso Ariel (El “Pudy”) dijo que estaba saliendo agua tipo cascada o resbaladero por el “Sifón” donde estaban las tierras de ellos y hasta pescados podía haber (Escrap, pintos o Lobinas) ¡¡¡vámonos pues!!! todos arriba y rápido, ya que estaba a 3 Km. del Campamento, y ahí vamos por toda la orilla del canal que me encantaba manejar por ahí, por tener varias curvas y pues a esa edad se me hacían muy cerradas y dominarlas era parte de la diversión.
Y efectivamente resultó muy agradable el Sifón con un desfogue sobre un piso de concreto con una película de agua constante de 10 ó 15 Cm. Un pequeño tobogán para resbalarnos y de nuevo volver a subirnos, o acostarnos y hacer que el agua no rodeara e incluso uno que otro despistado se la tragaba o se le metía a los oídos para lo cual ya estábamos diestros en sacarla con técnicas desarrolladas por los más viejos y aprendimos de ellos el zangolotear la cabeza y golpear la parte contraria donde se había metido y luego a la inversa. Al enfadarnos buscábamos peces en las lagunas que había, pero ojo ¿por qué debería de haber peces? ¿Por qué había lagunas? La naturaleza no tardó en respondernos esas preguntas, cuando menos pensamos teníamos un mundo de agua que venía hacia nosotros ¡¡ Y vaya que si fuimos rápidos para salir!! Aunque no había camino lo hicimos, atropellando vinoramas y chicuras logramos salir, no nos importaron las espinas, primero era la vida.
Al pasar ese susto y ver cómo corría el agua imagínense el canal de desfogue lleno, hasta olas hacía, y era donde tan a gusto estábamos bañándonos hasta hacía muy poco, quitados de la pena. De pronto nos miramos unos a otros y alguien grit󅅅….
La ropaaaaaaaaaaaaaa
Pues sí como han de suponer la ropa estaba en la orilla y algunas prendas, las que estaban más cerca se las llevó la corriente, creo que a todos nos faltó algo, a algunos los zapatos, a mí el pantalón, a otro la camisa a otro más todo.
Lo peor fue que las llaves del carro estaban en el pantalón Chinnnnnnnggg…..
Y ahora, ¿qué hacemos?, después de chupar un montón de veces los dientes, a alguien se le ocurrió, puesto que ya casi se metía el sol, empujarlo o dejarlo. “Estás loco cómo lo vamos a dejar, hay que empujarlo”. “Pues de una vez”.
Y ahí vamos, unos en calzoncillos, otros descalzos, alguien sin camisa
y nadie hablaba, empuje y empuje, a veces con la pendiente en contra (casi siempre por ir en contra del canal). Llegamos asoleados y de noche al campamento.
¿Y ahora?, mi apá estaba en la planta y salía a las 11 de la noche, no quedó más remedio que pedir ayuda, los que más le hacían a la mecánica eran “Noly” Coronado y Rodrigo Armenta, éste último le sacó los cables del encendido y lo puso directo, tras esto sentí un poco de alivio pues el carro encendió.
El momento más angustiante se acercaba, entregarlo sin las llaves y tener que explicarle a mi apá cómo le hiciera para prenderlo, qué cables unir, etc. Estaba muy canija la situación para que se aguantara las ganas de darme unos cintarazos y estaría muy cerca de él en la explicación para salvarme, ¿qué hago???????
Se me ocurrió la mejor opción, no ir solo, así cuando menos se detendría un poco ya viendo la bolita ¡¡¡¡hummm, cómo no!!!!!
Mi táctica no me sirvió de nada, ellos salieron chicoteados rebasándome muy pronto y no se detuvieron hasta llegar al parque, no sé cómo prendería el carro, nunca le pregunté, porque a mí no me dio tiempo de explicarle lo del encendido, el caso es que me le perdí como una semana.
La carrilla después decía que lo que más le pesaba haber perdido a mi apá era el llavero, eran unos guantes de box en miniatura que le había regalado Héctor Vizcarra, se lo había traído de la Ciudad de México y tenía escrito el nombre del famoso en ese tiempo “Mantequilla Nápoles”.
A los dos años Ariel encontró los guantes en sus tierras, obviamente todos desbaratados…

Fiestas escolares

Recuerdos compartidos por Maribel Gutiérrez

Me gustaban las posadas que se hacían en el Oviáchic, pero mis recuerdos mejores son acerca de las fiestas de la escuela.
En las fiestas de fin de año yo siempre declamaba, también presentábamos bailables para los padres y el público asistente, teníamos una exhibición de trabajos manuales, pinturas, arte, era un gran día. A mí me fascinaba la ocasión. Quizás siempre me he sentido atraída al arte, posiblemente esa era mi ruta y por indecisión personal no me fui por ahí.
El día de las madres era otra fecha muy especial, hacían otro festival y adornábamos la cancha con flores hechas a mano, recuerdo que hasta ramas de palma poníamos. Hacíamos tamales, atole y les decíamos a nuestras mamás pensamientos escritos por nosotros, pero lo que más recuerdo es cuando el profesor Agustín Rodríguez nos hacía levantarnos a las 4 ó 5 de la mañana para cantarles las mañanitas a las madres los días 10 de mayo, esa fecha también caminábamos hasta el dique 10 a cantarle a la mamá de Abelardo y Elodia, la señora muy agradecida por el detalle nos daba chocolate con bizcochuelos riquísimos. Cada año hacíamos este recorrido y a pie, era una experiencia muy llenadora y reconfortante.
También el 24 de febrero visitábamos a los soldados, íbamos desfilando del Oviáchic hasta allá, con la bandera, además bailábamos polkas y recitábamos algún poema para ellos o para la bandera.

Una tarde cualquiera

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En una visita se dio esta imagen, fueron al oviáchic Ede Gutiérrez, de playera naranja, Myrna Gutiérrez, de traje azul marino, y Doña Viola Guerrero, las recibieron Ramón y Eva Guerrero, de blanco, y Doña Socorro Martínez, también aparecen algunos niños de Ede y Eva. Era una tarde cualquiera, creo que de fin de semana, todo estaba tranquilo, pero el solo estar ahí agradaba.

Foro número 1

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Sabemos que hay personas a quienes no les gusta explayarse o simplemente esto de escribir no se les da, por eso a través de estos foros queremos que nos pongan comentarios acerca de preguntas concretas para que se les haga más fácil contarnos algunas cosas y poder entrar en sus recuerdos. La primera pregunta es la siguiente:
¿Cuál era tu sitio favorito en el Oviáchic o sus alrededores y por qué?

Súmense al esfuerzo

Gracias a Francisco Vázquez por la bella estampa de la presa que nos proporcionó y que anexamos un poco más abajo (por el formato de la página) ya que quisimos ponerla más grande para que luzca.
Los invitamos a que se sumen a este proyecto que tiene como finalidad también hacer un rescate en imágenes y anécdotas que puedan conformar un valioso documento tanto de consulta como de memorias.
Poco a poco en viajes a Obregón trataremos de contactarlos para que nos permitan escanear sus fotos del recuerdo, si alguno de ustedes las puede digitalizar envíenlas, con gusto las publicaremos y archivaremos.
Ojo y no sólo imágenes de panorámicas, también les pedimos nos compartan sus reuniones familiares, sobre todo las que sean del Oviáchic y sus alrededores.

Presa Alvaro Obregón o presa del Oviáchic

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La Presa " General Alvaro Obregón" también llamada Presa del "Oviáchic", inició su construcción en el año de 1947 concluyendo en 1952, como ustedes saben para edificarla en ese lugar el pueblo de Buena Vista tuvo que ser reubicado. Su primer almacenamiento fue en Julio del mismo año.
La cortina de elevación de esta presa ubicada a 45 Km. al norte del Municipio de Cajeme, es de 57.10 metros desde el lecho del Río Yaqui, y una longitud de 1457 mts. Tiene una superficie de 20,500 hectáreas y una capacidad de almacenamiento de 3226 millones de metros cúbicos; forma parte de la cuenca del Río Yaqui, es la Presa más grande de nuestro estado y la tercera en ubicación dentro de dicha cuenca.
Cuántas anécdotas pueden recordarse de este lugar, incluso quién no ha comido en el restaurant de los Suárez ubicado junto a ésta.
Durante las últimas décadas esta obra hidráulica que abastece de agua a la planta hidroeléctrica de la CFE, ha venido a formar parte de los principales y más visitados destinos turísticos de nuestra región, sobre todo ahora después de la remodelación del mirador y la colocación del Señor de los Milagros.
Pero aunque muchos sean los visitantes la presa siempre será "nuestra", ¿a poco no?

Algo de historia

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La Iglesia que se muestra en la gráfica es la de San Carlos Borromeo, ubicada en el pueblo de Buenavista, como ya es conocido el antiguo pueblo que llevó este nombre quedó sepultado con el agua de la presa Alvaro Obregón y reubicado a sólo unos kilómetros de ésta.
Muchos de nosotros tenemos familiares ahí pero no sabemos la importancia que tuvo este poblado en el pasado, sobre todo para la fundación de lo que hoy es Cajeme.
Hay que resaltar que este municipio, tuvo sus orígenes en el siglo XIX en las villas de Cumuripa, Buenavista y Cócorit, cuando se inició la agricultura en esta región, según destaca la página de internet del Gobierno del Estado de Sonora.
La región comenzó a ser evangelizada por los misioneros jesuitas a partir de 1617. En 1619 el misionero Martín Burgencio fundó Buenavista y posteriormente Cumuripa. En 1715 se funda el Realito, al norte del municipio, la cual es una de las poblaciones más antiguas.
Buenavista tuvo especial importancia estratégica como presidio militar durante la época colonial. Fue el asiento de la compañía presidial de San Carlos de Buenavista. Tuvo ayuntamiento a partir de 1820 y fue cabecera de partido con el nombre de Villa de Salvación. En la segunda mitad del siglo XIX estuvo adscrita al distrito de Guaymas, junto con los pueblos yaquis.
Cócorit fue pueblo de misión durante el régimen colonial y fue dependencia del ayuntamiento de Buenavista en los inicios de la vida independiente. Estuvo sujeto a un régimen municipal especial basándose en la Ley del 30 de septiembre de 1828, para el gobierno de los indígenas, estableciendo capitales y tenientes generales como parte del gobierno de los mismos. A fines del siglo XIX tuvo la categoría de municipalidad, dependiente del distrito de Guaymas. Fue suprimida como municipio por Ley Núm. 68 de 26 de diciembre de 1930, y anexado al municipio de Cajeme.
Actualmente el municipio de Cajeme tiene como cabecera municipal a Ciudad Obregón. Sus primeros pobladores se establecieron en el barrio denominado Plano Oriente, al encauzarse las obras de irrigación de la compañía Richardson, alrededor de 1910 y dos años más tarde, el ferrocarril Sudpacífico estableció una estación que denominó Cajeme.
El poblado de Cajeme fue inicialmente dependencia del municipio de Cócorit, hasta su elevación a la categoría de cabecera municipal el 29 de noviembre de 1927. El primer ayuntamiento se instaló el 1° de enero de 1928.
El decreto de 28 de julio de 1928 dispuso que "se erige en ciudad con el nombre de Ciudad Obregón, el hasta hoy pueblo de Cajeme". En 1937 otra disposición legislativa previno que Cajeme fuera el nombre del municipio y Obregón el de la cabecera.

Doña Viola

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Doña Viola Guerrero Barra junto al Señor de los Milagros, recién colocado en el mirador de la presa.
Ella es una de las fundadoras del campamento Oviáchic, junto con su familia vivió ahí muchos años. Saludotes.

Mucha gente

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Muchas gente se observó en Semana Santa en la presa, de hecho supe que varios amigos de aquí de Hermosillo fueron para allá, para muestra aquí les dejo esta imagen.

Caminito (para quienes no lo hayan leído)

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Por: Aleyda Gutiérrez
Parece mentira que aún me acuerde de esas cosas; era una niña, pero son imágenes imborrables que me acompañan ahora que estoy tan lejos y que añoro esos viejos tiempos.
Ese camino que recorría y que en aquél entonces parecía larguísimo, ahora ya veo que son más que unos cientos de metros.
Era una emoción muy grande que nos dieran la encomienda de llevar el "lunch" a nuestro padre. El trayecto para llegar a su lado, aunque no muy largo, tenía sus riesgos, pasábamos junto al río, después, inmensa ante nosotros se aparecía la cortina de la presa “Alvaro Obregón”, con decenas y decenas de escalones que llevan a la cima y el pequeño parque “Oviáchic”, al que con gusto me hubiese desviado, pero el deber era lo primero y el estómago de mi progenitor ya añoraba la comida.
Los carros, aunque no eran muchos, pasaban cerca de nosotros que íbamos por la orilla de la carretera rumbo a la planta hidroeléctrica que era nuestro destino final.
El campamento donde vivíamos cuenta con pocas casas, pero muy bonitas, tenían un patio enorme, algunas eran de dos recámaras y otras de tres, era tanta la confianza que había entre los vecinos que en tiempo de calor algunos se subían a dormir al techo, sí, al techo.
Los habitantes, encabezados por casi todos trabajadores de la planta, se ayudaban unos con otros, incluso algunos jóvenes se casaron y formaron familias que aún viven ahí y siguen laborando en la hidroeléctrica que pertenece a la Comisión Federal de Electricidad.
A mí me tocaba vivir en el campamento sólo en vacaciones escolares, puesto que también teníamos una casa en Ciudad Obregón, ubicada a unos cuarenta minutos de ahí, y esa era la mejor época del año.
En temporada de lluvias los cerros lucían reverdecidos y los chicos éramos como animalitos salvajes en el monte, nos sentíamos libres y a pesar de los peligros, considero que éstos siempre serán menos que los que existen en las grandes ciudades.
Soy la más pequeña de mis hermanos, Laura, la penúltima, era mi compañera de juegos, porque el resto son más grandes y tenían amigos de otra generación, sin embargo primos y vecinos completaban mis horas de diversión, que en aquel entonces eran muchas.
En los alrededores también estaba el canal que aunque peligroso nunca se libraba de que los atrevidos jóvenes mostraran sus destrezas en la natación echándose clavados y esquivando la fuerte corriente, desobedeciendo todas las recomendaciones de las madres que les prohibían bañarse ahí.
Llegamos a la planta. El entrar en esa construcción cuando tienes menos de 10 años es impresionante, el techo parecía tan alto que en mi imaginación pensaba que ahí podría vivir un gigante si se hiciera la puerta más grande. Cuando había tiempo se nos permitía dar un pequeño recorrido, incluso entrar en el túnel, eso sí me daba miedo porque mis hermanos decían que podían salir zorrillos y fúchila yo no quería verlos. Contaba con una potente sirena que anunciaba los cambios de turno y que fácilmente se escuchaba en los alrededores, aunque eran pocos los habitantes.
En las cercanías están los pueblos de Buena Vista, Hornos y Cumuripa, ¡ah! y los soldados, casi olvidaba a los soldados, eran ellos quienes resguardaban la planta, tenían una diminuta base junto a ésta, cerca de donde el agua salía a presión y formaba una espuma, que de no ser por el olor se antojaría comerse.
El cuartel siempre se veía limpio, me llamaban la atención las piedras encaladas cuidadosamente colocadas para formar vereditas y la palapa donde los guardianes bien se podrían pasar un rato agradable, incluso hasta hacer un convivio y comer carne asada, lástima, la última vez que lo vi estaba abandonado.
Al lado contrario del caminito de mi infancia está la subida pavimentada a la presa del Oviáchic, también llamada así. Otra manera de ascender son los ya mencionados escalones, que aunque antes acostumbraba contarlos muy seguido, la verdad es que ya ni me acuerdo cuántos son.
Ahora, cuando esporádicamente recorro el mismo sendero en automóvil, recuerdo las charlas interminables mientras iba a pie y probablemente hasta descalza, quizá variaba el acompañante que podía ser cualquiera de mis hermanos, pero no el camino, ese siempre era el mismo, lo conocía tan bien que hasta sabía dónde estaban colocadas las piedras, los árboles, arbustos y hasta de donde salían más animalitos.
Un día el recorrido no fue tan feliz, sino al contrario. Siendo adulta y radicando incluso en otra ciudad volví, pero no a juntar piedritas ni cuanto palito me encontrara. Tuve que seguir una carroza fúnebre que llevaba el cuerpo de mi padre, que al pasar por la planta donde él laboró por varias décadas encendió la sirena como un pequeño, pero significativo reconocimiento.
En el cortejo iban viejos conocidos, familiares y amigos, no sé que hayan sentido ellos, pero a mí se me hizo un nudo en la garganta y mis ojos enjugaron lágrimas con el ulular que tantas veces oí de niña y que para mí significaba su regreso, en esta ocasión significaba la despedida definitiva.

Planta de la CFE

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Esta es la planta de la Comisión Federal de Electricidad de El Oviáchic, en ella trabajaron algunos de nuestros padres y hermanos, esposos de algunas de ustedes, tíos, amigos, etc. Es también la responsable de que se conformara el campamento donde muchos de nosotros crecimos.

Hola Bienvenidos

Qué tal, saludos a todos los que alguna vez convivieron en ese maravilloso lugar llamado Campamento Oviáchic y sus alrededores, el motivo de crear este espacio es compartir experiencias, fotografías, anécdotas, pero sobre todo seguir en contacto.
Esperaremos sus correos con anécdotas por lo pronto en aley70@hotmail.com, para darles redacción y publicarlos, igualmente las fotografías digitales, las que estén impresas mándelas escanear con algún conocido es muy sencillo o los que las quieran prestar háganselas llegar a José Alvaro Gutiérrez(Chito).